¿Tiene fin nuestro mundo, la Tierra? Podemos contestar con toda seguridad que sí. Nuestra estrella, el Sol, con una larga vida de aproximadamente 4.600 millones de año, en “apenas” otros 5.000 millones de años llegará a su fin, pero antes atrapará en su expansión a la Tierra, destruyendo así nuestro querido planeta.
El Sol es el elemento más importante en nuestro sistema solar. Es el objeto más grande y contiene aproximadamente el 98% de la masa total del sistema solar. Se requerirían ciento nueve Tierras para completar el disco solar, y su interior podría contener más de 1.3 millones de Tierras. La capa exterior visible del Sol se llama la fotosfera y tiene una temperatura de 6,000°C (11,000°F). Esta capa tiene una apariencia manchada debido a las turbulentas erupciones de energía en la superficie.
La energía solar se crea en el interior del Sol. Es aquí donde la temperatura (15.000.000° C; 27.000.000° F) y la presión (340 millares de veces la presión del aire en la Tierra al nivel del mar) son tan intensas que se llevan a cabo las reacciones nucleares. Éstas reacciones causan núcleos de cuatro protones ó hidrógeno para fundirse juntos y formar una partícula alfa ó núcleo de helio. La partícula alfa tiene cerca de .7 por ciento menos masa que los cuatro protones. La diferencia en la masa es expulsada como energía y es llevada a la superficie del Sol, a través de un proceso conocido como convección, donde se liberan luz y calor. La energía generada en el centro del Sol tarda un millón de años para alcanzar la superficie solar. Cada segundo se convierten 700 millones de toneladas de hidrógeno en cenizas de helio. En el proceso se liberan 5 millones de toneladas de energía pura; por lo cual, el Sol cada vez se vuelve más ligero.
La estabilidad del Sol como estrella se consigue por el equilibrio entre las fuerzas interiores que tienden a expandirla y las fuerzas de gravitación que tienden a comprimirla.
Cuando, en un futuro, el hidrógeno del Sol comience a escasear (cuando se haya perdido alrededor del 10% del que posee), entonces, las fuerzas de gravitación ganarán la partida a las fuerzas interiores y el Sol se colapsará y empezará a morir.
En ese momento, el Sol empezará hincharse en capas huecas y rojizas de hidrógeno mientras su núcleo se va comprimiendo cada vez más. Alcanzarán un tamaño cada vez mayor, hasta el punto que engullirá los planetas Mercurio, Venus, la Tierra, convirtiéndose en una estrella gigante roja, y acabará lanzando esas capas de hidrógeno rojizo al vacío interestelar, con lo que quedará solamente el núcleo blanco, pesado, caliente y luminoso en su última etapa moribunda, convertida en una enana blanca del tamaño que hoy puede tener la Tierra.
Y las capas de hidrógeno que el Sol lanza al espacio interestelar en su época de gigante roja quedan flotando a merced de las fuerzas de gravitación que tienden a aplastarlas, comprimirlas y calentarlas, hasta que, llegado un momento, cuando se alcancen temperaturas del orden de un millón de grados kelvin y presiones de cientos de miles de atmósferas, entonces puede saltar la chispa y comenzar a surgir una nueva estrella, donde las fuerzas de fusión del hidrógeno equilibrarían de nuevo a la gravitación.
¿Qué futuro le espera a la especie humana? ¿Será en definitiva aniquilada cuando el Sol inicie la evolución hacia su fin, dentro de unos 5.000 millones de años? La civilización humana tiene sólo unos miles de años sobre el planeta Tierra; es aún muy joven comparada con todo lo que aún le falta por vivir al amparo del Sol y ha demostrado ya una gran capacidad de desarrollo. ¿Quién puede predecir lo que serán las civilizaciones terrestres dentro de 5.000 millones de años? Pero si hemos de guiarnos por la historia, podemos esperar que el hombre encontrará la manera de preservar su especie, de salvar su herencia cultural y transportarla al futuro.
Los viajes espaciales son ya una realidad y aunque aún estamos lejos de poder colonizar otros mundos, aunque aún no conocemos otros mundos hospitalarios a los que poder emigrar, esto no se ve ya muy remoto. 5.000 millones de años son tiempo de sobra para resolver los problemas que en la actualidad ya están planteados. El instinto de supervivencia, la utilización racional de su inteligencia y la conciencia han hecho del hombre la especie más empeñada y más capaz de sobrevivir en un universo cambiante y podemos abrigar grandes esperanzas de que lo logrará.