Este no es el acuerdo de París de la Biodiversidad, pero claramente es un paso positivo en la buena dirección. ¿En qué dirección? En la de convertir la conservación de la biodiversidad y de los servicios que proporciona a la sociedad en uno de los ejes clave de su desarrollo.
Sin la conservación de la biodiversidad y de los procesos naturales que la sustentan, el futuro del ser humano estará amenazado. Este nuevo marco global de la biodiversidad reconoce esto de manera explícita e identifica objetivos generales y específicos para revertir la pérdida de biodiversidad en un futuro cercano.
No solamente se establece que hace falta proteger los valores naturales existentes, sino que hay que poner énfasis en la restauración de la naturaleza allá donde se sus redes fundamentales se han erosionado y, sobre todo, identifica la necesidad de reducir el impacto de los agentes de cambio que están detrás de esta erosión (especies invasoras, polución, uso insostenible de la biodiversidad, etc.). Es aquí donde el marco global va a enfrentarse a la realidad de la existencia de políticas sectoriales (seguridad alimentaria, energía…) que a menudo juegan en contra de los objetivos planteados en este marco, por ejemplo, la actual política agraria europea.
Por lo menos ha habido un paso adelante en reconocer la importancia de hacer frente a la crisis de biodiversidad y acercarla un poco más al centro de la palestra política mundial. El desarrollo de planes de biodiversidad ambiciosos a nivel nacional y el desarrollo de un marco de evaluación y monitoreo del marco serán ahora el marco de juego principal.
Homo Sapiens interesado por la Ciencia y la Tecnología