Entrevista puede ser tanto una breve conversación en la que se hacen algunas declaraciones, como una extensa charla en profundidad. Puede ser una oportunidad de hablar de la propia investigación a la ciudadanía, e incluso de darse a conocer a potenciales colaboradores. Puede hacerse a distancia (por teléfono o videollamada), o cara a cara, en persona. La preparación de la persona entrevistada será distinta en cada caso, aunque siempre con el mismo objetivo: que llegue a la conversación sintiéndose tranquila y segura para decir lo que quiere decir de manera efectiva.
1. Lo primero: saber para qué se habla
Es importante conocer en qué formato se publicará la información recabada durante la entrevista. ¿Una pieza de texto o audiovisual que reproducirá la conversación en estilo pregunta-respuesta? ¿Unas declaraciones para un reportaje coral? ¿Una intervención en directo en un magacín radiofónico?
2. Ante todo, mucha calma
Tranquilidad, porque la persona entrevistada domina el tema del que va a hablar. Además no es un examen: si algo no se sabe, se puede decir tranquilamente. “No lo sé, no es mi especialidad” es una respuesta muy válida.
3. Centrar el tema
Si la entrevista es para aclarar detalles técnicos, datos, etc., estará bien saberlo, para tener a mano la información e incluso poder enviarla al periodista. Si la entrevista toca temas personales (trayectoria, motivación, anécdotas), puede ser útil pensar de antemano si hay cuestiones delicadas que no se quieren tocar o que deben ser abordadas de determinada manera.
4. Espontaneidad rima con honestidad
Prepararse es importante, pero sin memorizar frases o expresiones que suenan artificiales. En cualquier entrevista la espontaneidad es un bien preciado: todo lo que se sale del guión esperado tiene un altísimo poder comunicativo. La clave reside en preservar la espontaneidad y, a la vez, lanzar exactamente los mensajes que se desean.
5. Demarcar el territorio
Si hay cuestiones de las que no se quiere hablar, lo mejor es ser generosos y expresivos con otros temas. Esto se puede hacer explícito, dejando claro de antemano de qué no se hablará; así se delimita un espacio en que sí se puede ser espontáneo, dar titulares, hablar relajadamente… Pero ojo, el entrevistador intentará sin duda, una y otra vez, llevarse el gato al agua.
6. ‘Off the record’
Los periodistas respetarán esa vieja fórmula clásica en la que el entrevistado cuenta algo confidencialmente. Basta con que el entrevistado diga un ‘esto que no salga de aquí’ y el periodista está obligado a no publicarlo.
7. ¿Puedo ver el texto antes de que se publique?
Solo si quien firma la pieza está de acuerdo: es una cortesía del periodista, no un derecho de la persona entrevistada. Además, a menudo no hay tiempo antes de la publicación.
8. ¿Puedo corregirlo/cambiar mis palabras?
Conceder una entrevista, o en general hablar con un periodista, es un acto de confianza mutua. El periodista confía en que la información que está recibiendo merece ser escuchada y la persona entrevistada confía en que no se hará mal uso de sus palabras. Por eso no debería intranquilizar la imposibilidad de corregir o cambiar declaraciones una vez realizadas. Porque esa es la respuesta: lo habitual es que no se modifiquen las declaraciones una vez hechas. Si no se está de acuerdo con esta práctica se debe decir antes, de manera que la entrevistadora pueda aceptar o no la condición. En la práctica, a veces sí es posible ver el texto antes de que se publique; los propios periodistas pueden pedir a la fuente una lectura para tener la garantía de que el texto no contiene errores técnicos. En esos casos deben corregirse solo los fallos, no el estilo.
9. Recuerda: no te leen solo tus pares
Un motivo frecuente de intranquilidad para los entrevistados es sentir que sus respuestas serán examinadas al milímetro por sus colegas. Ese pensamiento llevará a tratar de ser ultraprecisos, poco espontáneos, dubitativos… En resumen: a comunicar mal. La realidad es que la gran mayoría de la audiencia agradecerá menos exhaustividad y más mensajes directos con calor comunicativo. Esto es especialmente importante en las intervenciones en directo en medios audiovisuales.
10. El ingrediente secreto: la emoción
Está dicho al principio, pero es tan importante que no sobra insistir. Sobre todo en una entrevista personal, cuando la conversación mueve emociones sinceras (placer, orgullo, incluso enfado) la audiencia lo agradece. Pero, para que salgan las emociones, hay que poder hablar relajada y tranquilamente.
Homo Sapiens interesado por la Ciencia y la Tecnología