La situación es muy triste respecto a la degradación de Doñana por las actuaciones de la agricultura. Yo, que llevo 30 años estudiando y viviendo en la zona, he visto cómo se ha ido deteriorando en función del crecimiento de los invernaderos. Temo que la situación es aún peor porque faltan muchas cosas en el análisis: por ejemplo, no se habla de la degradación de los arroyos, que también son muy importantes porque aportan agua a la marisma, como la Rocina y el Partido, que también han perdido mucho de su caudal por decrecimiento en el nivel freático, que ha reducido en más de la mitad el caudal de los arroyos.
Y no solo eso, estos cultivos están asociados también a la hipertrofización de las aguas porque buena parte de los abonos que usan acaban contaminando el acuífero. El agua del acuífero está contaminada con muchos nutrientes, muchos nitratos y muchos fosfatos que acaban contaminando esos arroyos y también a la marisma, convirtiendo la marisma de Doñana en un filtro verde, que contamina con esos contaminantes que aportan las aguas.
El desinterés en actuar rápidamente solo se puede explicar por el cortoplacismo porque es evidente desde hace mucho tiempo que no es nada sostenible esta extracción de agua para Doñana a medio y largo plazo. Personalmente llevo años reclamando la necesidad de reducir esas extracciones en vez de aumentarlas porque las evidencias científicas están desde hace muchos años, incluso con el vertido tóxico de Aznalcóllar en 1998 ya sabíamos que los aportes de agua de esos arroyos, como el de la Rocina, se habían reducido más o menos por la mitad. Desde entonces, la situación se ha vuelto mucho peor.
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