La elección del telescopio espacial James Webb como hito científico del año por la revista Science confirma el enorme impacto que este telescopio está teniendo en la astronomía. El Webb, tres veces más grande que el Hubble y optimizado para la observación en el infrarrojo, ha iniciado una revolución astronómica que se extenderá durante las próximas décadas. Con su abultado presupuesto y su década de retrasos hasta su lanzamiento final quedaba la duda de cómo sería su comportamiento y qué resultados nos daría este nuevo y flamante telescopio. Todos los que hemos tenido la fortuna de poder utilizarlo para alguna observación podemos decir que la calidad de las observaciones del Webb excede claramente las expectativas que teníamos puestas en él desde la comunidad astronómica internacional. Desde sus primeras observaciones está cumpliendo su objetivo de observar la luz de las primeras galaxias y estrellas, lo que permitirá a los cosmólogos afinar el modelo de expansión del universo y comprender mejor por qué el universo es como es y cómo funciona.
El Webb es un observatorio multidisciplinar capaz de identificar como nunca antes los componentes de las atmósferas de planetas orbitando estrellas de nuestra propia galaxia, de impactarnos con detalladas imágenes de la formación de estrellas y discos protoplanetarios, de maravillarnos con mapas de las regiones de formación estelar, de mostrarnos las estructuras exteriores de las galaxias trazando los efectos que la materia oscura imprime sobre ellas a través de su gravedad y también de mostrarnos los detalles más tenues, oscuros y difíciles de explorar del propio Sistema Solar. La observación del Sol es el único campo de la astronomía que escapa a su potente mirada y los descubrimientos del Webb están solo comenzando. Por supuesto, esto no significa que otros telescopios hayan de ser relegados, pero sí que el Webb nos abre una luminosa y amplia ventana a la comprensión del universo.
Frente a las escalas cosmológicas que el Webb nos abre, cabe mencionar en la escala local la importante participación de investigadores de nuestro país que, durante más de 20 años, han aportado su conocimiento y talento en el desarrollo de algunos de los instrumentos del Webb, contribuyendo a hacer una realidad este telescopio, con cuyos próximos e inminentes descubrimientos tan solo podíamos soñar hace unos años. Esperemos que el Webb nos dure mucho tiempo y estoy seguro de que nos sorprenderá con grandes hitos y descubrimientos.
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