En noviembre de 2015, unas misteriosas esferas negras fueron encontradas en diferentes municipios de Murcia. Estos objetos fueron identificados como tanques de combustible de un cohete espacial, que había sido abandonado en el espacio y finalmente se había desintegrado en la atmósfera. Los cohetes son una de las fuentes más comunes de basura espacial, ya que frecuentemente algunas piezas del cohete quedan en órbita y acaban cayendo a la Tierra de forma descontrolada. La hora y lugar de caída de tales fragmentos es prácticamente impredecible. Además, las piezas que forman los cohetes son más voluminosas y pesadas que las de los satélites, por lo que tienen mayor riesgo de sobrevivir a la reentrada atmosférica —en la que normalmente la mayor parte de la basura espacial se desintegra— y acabar impactando en la superficie de la Tierra.
Tradicionalmente, el riesgo de que la basura espacial de los cohetes cause víctimas humanas en su caída a la Tierra se ha considerado despreciable. En Estados Unidos existe un estándar para limitar la probabilidad de tales accidentes, pero el propio ejército del país no aplicó ese estándar en más de la mitad de sus lanzamientos entre 2011 y 2018.
Este nuevo análisis publicado en la revista Nature Astronomy pone de manifiesto que, dada la creciente cantidad de lanzamientos espaciales, la probabilidad de que uno de estos fragmentos haga daño a una persona es cada vez más alta. Michael Byers y colaboradores estiman en un 10 % la probabilidad de que la caída de restos de un cohete cause víctimas humanas en la próxima década. A esto hay que sumar el riesgo de daños a infraestructuras, que es mucho más elevado.
Los autores de este análisis van más allá, al poner de manifiesto el hecho de que, dada la distribución de la población mundial, y el riesgo de caída de este tipo de basura espacial según la latitud, algunos países del sur global tienen unas probabilidades considerablemente mayores de sufrir este tipo de accidentes que los países responsables del mayor número de lanzamientos, como Estados Unidos, China, Rusia y los estados europeos, situados principalmente en latitudes por encima de los 30 º, donde el riesgo es menor.
Existen tratados internacionales que en cierta medida regulan las actividades espaciales, pero en muchos aspectos estos tratados, elaborados en los años 60 y 70 del siglo XX, han quedado obsoletos y son insuficientes para regular el nuevo escenario que se está abriendo para el sector espacial. Por su parte, las legislaciones nacionales en materia espacial suelen estar hechas a la medida de cada país y sus intereses particulares. Por todo esto es necesario impulsar una ética espacial, análoga a la bioética. La ética espacial reflexiona de forma amplia sobre los problemas del espacio, como la caída de basura espacial, e impulsa el diálogo informado entre conjunto de la sociedad civil. Solo así es posible sentar las bases para que el derecho espacial pueda desarrollar una legislación internacional justa para el conjunto de la población mundial.
Por otra parte, y tal y como advierten los autores de este análisis publicado en Nature Astronomy, existen similitudes entre este problema de la basura espacial y otros problemas mucho más graves, de tipo ambiental y por tanto social y económico, asociados a la crisis climática y ecológica, en el sentido de que son los intereses particulares y cortoplacistas de una minoría de países y empresas los que paralizan las transformaciones necesarias. En un ejemplo más de falta de multilateralismo, una minoría de países y grandes empresas están impulsando un nuevo sector espacial hecho a la medida de sus intereses, que acabará trayendo consecuencias.
En definitiva, es absolutamente necesario y urgente un impulso multilateral en el que los diferentes países del mundo, a la luz del conocimiento científico, pongan en marcha acciones internacionales contundentes para regular una multitud de actividades, incluidas las espaciales, que actualmente se están desarrollando de forma descontrolada y amenazan el futuro próximo de la humanidad.
Homo Sapiens interesado por la Ciencia y la Tecnología