El Very Large Telescope (VLT) de ESO ha fotografiado el resultado de una espectacular colisión cósmica: la galaxia NGC 7727. Este gigante nació de la fusión de dos galaxias, un evento que comenzó hace unos mil millones de años. En su centro se encuentra el par de agujeros negros supermasivos más cercanos jamás encontrados, dos objetos que están destinados a fusionarse en un agujero negro aún más masivo.
Así como puedes encontrarte con alguien en una calle concurrida, las galaxias también pueden chocar entre sí. Pero mientras que las interacciones galácticas son mucho más violentas que un bache en una calle concurrida, las estrellas individuales generalmente no chocan ya que, en comparación con sus tamaños, las distancias entre ellas son muy grandes. Más bien, las galaxias bailan una alrededor de la otra, con la gravedad creando fuerzas de marea que cambian dramáticamente el aspecto de las dos parejas de baile. Las «colas» de estrellas, gas y polvo giran alrededor de las galaxias a medida que eventualmente forman una nueva galaxia fusionada, lo que resulta en la forma desordenada y bellamente asimétrica que vemos en NGC 7727.
Las consecuencias de este golpe cósmico son espectacularmente evidentes en esta imagen de la galaxia, tomada con el instrumento Reductor Focal y el Espectrógrafo 2 de baja dispersión (FORS2) en el VLT de ESO. Si bien la galaxia fue capturada previamente por otro telescopio de ESO, esta nueva imagen muestra detalles más intrincados tanto dentro del cuerpo principal de la galaxia como en las débiles colas que la rodean.
En esta imagen del VLT de ESO vemos los rastros enredados creados cuando las dos galaxias se fusionaron, despojando estrellas y polvo entre sí para crear los espectaculares brazos largos que abrazan NGC 7727. Partes de estos brazos están salpicadas de estrellas, que aparecen como manchas azul-violáceas brillantes en esta imagen.
También son visibles en esta imagen dos puntos brillantes en el centro de la galaxia, otro signo revelador de su dramático pasado. El núcleo de NGC 7727 todavía consiste en los dos núcleos galácticos originales, cada uno de los cuales alberga un agujero negro supermasivo. Situado a unos 89 millones de años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Acuario, este es el par de agujeros negros supermasivos más cercano a nosotros.
Se observa que los agujeros negros en NGC 7727 están a solo 1600 años luz de distancia en el cielo y se espera que se fusionen dentro de 250 millones de años, en un abrir y cerrar de ojos en el tiempo astronómico. Cuando los agujeros negros se fusionen, crearán un agujero negro aún más masivo.
Se espera que la búsqueda de pares de agujeros negros supermasivos ocultos de manera similar dé un gran salto adelante con el próximo Telescopio Extremadamente Grande (ELT) de ESO, que comenzará a operar a finales de esta década en el desierto de Atacama en Chile. Con el ELT, podemos esperar muchos más de estos descubrimientos en los centros de las galaxias.
Nuestra galaxia de origen, que también tiene un agujero negro supermasivo en su centro, está en camino de fusionarse con nuestro gran vecino más cercano, la Galaxia de Andrómeda, dentro de miles de millones de años. Tal vez la galaxia resultante se vea algo similar a la danza cósmica que vemos en NGC 7727, por lo que esta imagen podría darnos una idea del futuro.
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