El meteoro que se avistó el pasado 31 de julio desde el centro de la península ibérica es un fragmento procedente del cometa 169P/NEAT, responsable de la lluvia anual de las Alfa Capricórnidas. Así lo confirman cámaras de la Agencia Espacial Europea y otras instituciones europeas.
Las lluvias de meteoros se producen cuando la Tierra atraviesa la trayectoria de un cometa, que al acercarse al Sol y al ‘sublimar’ los hielos de sólido a gas, lanza una corriente de material que permanece en el lugar. Cuando estos objetos chocan con la atmósfera terrestre, se queman en forma de brillantes meteoros, los más brillantes de los cuales se conocen como bolas de fuego.
Tales lluvias, como la actual de las perseidas, son recordatorios periódicos de que la Tierra atraviesa un entorno salpicado de antiguos restos del sistema solar primitivo. Si bien no son peligrosos, estos impresionantes espectáculos de luces ofrecen una advertencia, ya que estos fragmentos pequeños desmienten los objetos más grandes de los que provienen, que han pasado cerca de la órbita de la Tierra y podrían volver a hacerlo.
Ahora, una de estas bolas de fuego avistada sobre los cielos de Madrid y otras regiones del centro de la península ibérica el 31 de julio de este año se ha comprobado que procedía del cometa 169P/NEAT, responsable de la lluvia anual de meteoros Alfa-Capricórnidas.
Gracias a las imágenes de las cámaras instaladas en toda Europa, incluida una de la red AllSky7 operada por la Agencia Espacial Europea (ESA) en la localidad abulense de Cebreros y otras de la Red de Meteoros del Suroeste de Europa (SWEMN), se calculó la trayectoria de este objeto y se rastreó su origen en el tiempo.
Al entrar en la atmósfera a una altura de 100 kilómetros sobre Madrid y arder a 77 kilómetros sobre la provincia de Guadalajara, se cree que el cuerpo helado tenía un tamaño de unos 10 cm antes de entrar en contacto con la Tierra.
Los astrónomos piensan que la lluvia de meteoros Alpha Capricónidas se creó hace entre 3500 y 5000 años, cuando la mitad del cometa 169P/NEAT se desintegró y se convirtió en polvo. Respecto a su formación, se considera que tuvo lugar al mismo tiempo que nuestro sistema solar, hace unos 4600 millones de años.
El rastro polvoriento de este antiguo cometa se ha desplazado hacia la órbita de la Tierra creando meteoros poco frecuentes pero bastante brillantes. En su apogeo, solo genera alrededor de cinco meteoros por hora, pero estos suelen ser muy luminosos y, a menudo, se convierten en bolas de fuego.
A medida que continúe esta actividad, se espera que se vuelva más potente. Para el año 2220, esta lluvia de debería ser más intensa que cualquier otra de meteoros anual de hoy en día. Sin embargo, de momento, hasta aproximadamente el 15 de agosto, se puede captar en su forma actual.
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